Sunday, June 8, 2014

Escrito 12


Llega de nuevo la primavera
y, haga lo que haga,
sé que ya no te podré ignorar.

A cada lado de mi camino
once cerezos en flor se alzan
arremolinándose sus hojas rosadas
alrededor de mi cuerpo.

Remolinos de viento.

Y me aprisionan, sin piedad
entre la alegría y la angustia.

La cruz de mi pecho ha cicatrizado
pero me sigue doliendo.
Como si el deseo estuviera conspirando
contra las defensas de mi cuerpo.

Te abalanzas sobre mi y me abrazas
y el latido de tu corazón con el mío
crean la percusión
de una danza ancestral
solamente para ti y para mi.

Tus dos coletas rubias se mecen
como un navío embravecido
y tus ojos son verdes mariposas
que, por fin libres, me miran y guían
mi corazón hacia misteriosos mares.

En el parque de infancia
ya no hay columpios ni toboganes,
sino grillos que cantan alrededor
de un lecho de flores
nido de amantes.



No comments:

Post a Comment